La historia de esta población rural se remonta a principios del 1900, cuando Balbina Josefina Otamendi de Inurrigarro donó el predio para la instalación de una estación de ferrocarril, la cual lleva el nombre de “Dionisia”, en memoria de su madre.
Esa construcción se convirtió en un foco de producción y progreso, llegando hasta aquí el antiguo Ferrocarril del Sur, por lo que posteriormente fueron entregados los planos para la creación de un futuro pueblo.
Tras varios estudios y gestiones nació el nombre de Comandante Nicanor Otamendi, tío abuelo de la mencionada mujer que luchó contra los indios, enfrentándose al famoso cacique “Yanquetruz” y falleciendo durante una de estas batallas.
Fue así que un 29 de mayo de 1911, el entonces gobernador de la provincia, José Inocencio Farías, firmó el decreto de fundación del pueblo, oficializándose el nombre, aunque años después fue catalogada ya como ciudad.
Caracterizada históricamente por su actividad agropecuaria, Otamendi está rodeada de extensos y verdes campos ideales para la producción de diversos cultivos, especialmente la papa, donde muchas personas generan ingresos a través de su producción por la importante cantidad de industrias existentes que a su vez transforman esta región en una
de las principales del país.
Más allá de una importante cantidad de caminos rurales que derivan en esa localidad, el acceso principal al sector urbano es aquel que corta con la ruta provincial 88. Desde ese punto, son unos 4 km a recorrer en un trayecto sinuoso en el que la llanura se entremezcla con el horizonte y a poca distancia se divisa un lago artificial rodeado de galpones, tinglados y diversas construcciones de empresas locales y foráneas ligadas a la actividad papera y todos sus derivados.

Iglesia Santa Teresita del Niño Jesús Otamendi

Fue inaugurada el 23 de diciembre de 1934 y está situada en la histórica esquina frente a la Plaza Belgrano.

Bienal de Arte Otamendi 2019: “Vías de Encuentro”

Dicho evento se desarrolló durante los días 15 al 20 de julio de 2019, en el cual se intervinieron las paredes de chapa del Galpón del Predio del Ferrocarril, con una medida de aproximadamente 72 metros por 5 metros de alto en una cara de los laterales. Se convocó a un grupo de 8 artistas de diversas ciudades del país y de Latinoamérica aportando cada uno su identidad, creatividad e impronta en la construcción de una imagen integral de lectura unificada. Asimismo, se embellecieron tres bancos con la técnica de mosaiquismo para la revalorización de un espacio público histórico.